martes, 23 de octubre de 2007

NUEVO CONCURSO!!!

Arrancamos con el último concurso del año, ideal para esta época.
Tema: APARATOS GENITALES
Sorteo: fines de noviembre (esta vez: un libro de Fisio!!!)
Preguntas:

1. El desarrollo embriológico de las gónadas se inicia por activación del gen:
a-FS1
b-SRY
c-DAX
d-HAM

2. Anatómicamente, de las vainas que recubren al testículo, la túnica vaginal:
a- deriva del transverso del abdomen
b- deriva del peritoneo
c- deriva del oblicuo mayor
d- deriva del oblicuo menor

3. Histológicamente, el folículo 2º del ovario se caracteriza:
a- porque en él aparecen las células foliculares
b- porque en él aparece la membrana pelúcida
c- porque en el aparecen las lagunas de Call-Exner
d- porque en él aparece el cúmulo oóforo o prolígero

4. En fisiología, el pico de LH durante el ciclo menstrual se produce:
a- aproximadamente 12 hs antes de la ovulación
b- aproximadamente 24 hs antes de la ovulación
c- aproximadamente 36 hs antes de la ovulación
d- aproximadamente 48 hs antes de la ovulación

5. Químicamente, la testosterona:
a- presenta su anillo A no saturado
b- presenta una cadena lateral de 8 C en su C17
c- presenta una cadena lateral con ácido carboxílico en su C17
d- presenta un hidroxilo en su carbono 17

miércoles, 17 de octubre de 2007

Los trabajos estresantes maltratan el corazón

(HealthDay News) -- El estrés laboral crónico duplica el riesgo de que alguien que ha tenido un ataque cardiaco sufra otro evento coronario importante, según encuentra un estudio canadiense.

Otros estudios han mostrado que el estrés laboral aumenta los problemas cardiacos, pero este es el primero en relacionar las ansiedades en el trabajo con ataques cardiacos recurrentes y otros eventos importantes, aseguraron los autores del informe.

El estudio, que aparece en la edición del 10 de octubre del Journal of the American Medical Association, ofrece "evidencia científica muy sólida" sobre cómo podría contribuir la tensión del trabajo a los problemas coronarios, señaló el Dr. Paul J. Rosch, presidente del American Institute of Stress.

En el estudio, un grupo dirigido por la Dra. Corine Aboa-Eboule, profesora de psicología de la Universidad Laval de Quebec, reunió información sobre 972 hombres y mujeres entre los 35 y los 59 años de edad, los cuales habían regresado al trabajo después de un ataque cardiaco.

Los participantes fueron entrevistados en promedio seis semanas después de regresar al trabajo y se les dio seguimiento por una media de casi 6 años.

El estrés o "tensión" laboral, como lo llamaron los investigadores, se definió como un ambiente en el lugar de trabajo con altas exigencias psicológicas pero bajo control del trabajador sobre las decisiones tomadas en el trabajo.

Durante el periodo de seguimiento, 82 de los participantes sufrieron angina (dolor de pecho) inestable, 111 sufrieron ataque cardiacos no letales y 13 tuvieron ataques cardiacos letales.

Después de ajustar los factores de riesgo para la enfermedad cardiaca, además del estilo de vida, las características sociodemográficas y del ambiente laboral, el estrés laboral duplicó las probabilidades de tales problemas cardiacos, encontró el equipo.

Un hallazgo sorprendente fue que no hubo ninguna relación entre el apoyo social que los trabajadores recibían y el aumento en el riesgo cardiaco, apuntó Rosch. "El protector más potente que conocemos contra el estrés es un apoyo social intenso", aseguró. Sin embargo, "en este estudio, no tuvo ese efecto, lo que es algo contraintuitivo", añadió Rosch.

Por ese y otros motivos, el nuevo estudio ofrece "muchas más preguntas que respuestas", dijo Rosch. Las personas que sientan que el estrés laboral podría estar afectando su salud podrían tratar de cambiar de trabajo, dijo, "pero nunca se sabe si se va de la sartén al fuego".

"Se necesitan más estudios para establecer intervenciones óptimas", escribieron los investigadores. Pero afirmaron que "la información sobre los resultados de este estudio debe ser diseminada en la práctica cardiaca y en los servicios de salud ocupacional, con el fin de reducir la tención laboral para los trabajadores que regresan al trabajo" después de un ataque cardiaco.

Una revisión de la literatura científica sobre la relación entre el estrés y la enfermedad, publicada en la misma edición de la revista, encuentra que el estrés contribuye a enfermedades como la depresión, la enfermedad cardiovascular y el VIH/SIDA.

La revisión se basa en un artículo comisionado por el U.S. Institute of Medicine para considerar los mecanismos conductuales y biológicos mediante los cuales el estrés contribuye a las enfermedades. Sheldon Cohen, profesor de psicología de la Universidad Carnegie Mellon, es el autor principal.

Su equipo encontró la evidencia más contundente de una relación entre el estrés y la depresión, aunque estudios como el que se acaba de realizar en Canadá muestran que el estrés también aumenta los riesgos cardiacos. Estudios recientes han mostrado relaciones entre el estrés y la progresión del VIH/SIDA, según encontró la revisión.

Un mecanismo posible para el efecto es conductual. Las personas sometidas al estrés duermen mal, comen mal, no hacen ejercicio y no cumplen con las órdenes médicas, señalaron los autores de la revisión. El estrés también podría tener efectos adversos sobre los sistemas inmunitario e inflamatorio.

El papel del estrés en el cáncer no está claro, pues hay muchas formas de cáncer, algunas de las cuales tardan mucho tiempo en desarrollarse. Por ese motivo, el avance con frecuencia es difícil de medir, dijeron los autores.

martes, 9 de octubre de 2007

Estudio demuestra que la falta de sueño puede resultar fatal

LONDRES (Reuters) - Las personas que no duermen la suficiente cantidad de horas son dos veces más propensas a morir por enfermedad cardíaca, según un amplio estudio británico difundido el lunes.

Pese a que los motivos están poco claros, los investigadores dijeron que la falta de sueño pareció estar relacionada con un aumento de la presión sanguínea, lo cual está ligado al incremento del riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular (ACV).

Un análisis de 17 años de duración realizado a 10.000 trabajadores gubernamentales mostró que aquellos que reducían el sueño de siete a cinco horas o menos por noche enfrentaban 1,7 veces más riesgo de morir por cualquier causa y más del doble de padecer una muerte de origen cardiovascular.

Los resultados destacan el peligro de los estilos de vida modernos, plagados de ocupaciones, señaló Francesco Cappuccio, profesor de Medicina Cardiovascular de la University of Warwick, en la conferencia anual de la Sociedad Británica del Sueño, en Cambridge.

"Un tercio de la población del Reino Unido y más del 40 por ciento de la de Estados Unidos duerme menos de cinco horas por día, por lo que no es un problema menor", agregó el experto en una entrevista telefónica.

"Las presiones sociales actuales de recortar horas de sueño para que puedan hacerse más cosas no serían buenas, sobre todo si se reduce (el dormir) a menos de cinco horas" por noche, indicó Cappuccio.

Investigaciones previas resaltaron los posibles riesgos cardíacos generados por trabajar en turnos rotativos y por interrumpir el sueño.

Pero el estudio del equipo de Cappuccio, que fue financiado por los gobiernos británico y estadounidense, es el primero en relacionar la duración del sueño con las tasas de muerte.

El estudio observó los patrones de sueño de participantes de entre 35 y 55 años en dos momentos de sus vidas, entre 1985-1988 y 1992-1993, y luego controló su mortalidad hasta el 2004.

Los resultados fueron ajustados tras tener en cuenta otros posibles factores de riesgo, como la edad al inicio del estudio, el sexo, el tabaquismo y el consumo de alcohol, el índice de masa corporal, la presión arterial y el colesterol.

La correlación con el riesgo cardiovascular en quienes dormían menos en la década de 1990 que en la de 1980 fue clara pero, curiosamente, también hubo una mortalidad elevada entre las personas que aumentaron las horas de sueño a más de nueve horas.

En este caso, no obstante, no hubo vínculo cardiovascular y Cappuccio dijo que era posible que la mayor cantidad de horas de sueño estuviera relacionada con otros problemas de salud, como depresión o fatiga ligada a un cáncer.

"En términos preventivos, nuestros resultados señalan que dormir consistentemente alrededor de siete horas por noche es óptimo para la salud", concluyó el autor.


Reuters Health

Los médicos de atención primaria de los hospitales mejoran sustancialmente los resultados

MARTES 25 de septiembre (HealthDay News/Dr. Tango) -- Un estudio estadounidense halla que recibir atención de médicos generales en los hospitales puede reducir la estadía hospitalaria de los pacientes.

El estudio examinó a más de 9,000 pacientes dados de alta de un centro médico académico entre julio de 2002 y junio de 2004.

Los 2,913 pacientes que fueron atendidos por estos médicos tuvieron una estadía hospitalaria de poco más de cinco días, en comparación con casi seis días para los 6,124 pacientes que no fueron atendidos por estos médicos, según informan investigadores del Centro Médico Montefiore de la ciudad de Nueva York.

"La atención de los médicos generales en los hospitales tuvo la mayor asociación con la duración de la estadía de los pacientes de diagnósticos específicos, como accidentes cerebrovasculares, insuficiencia cardiaca congestiva, neumonía, sepsis, infecciones del tracto urinario, y enfermedad pulmonar obstructiva crónica o asma", escribieron los investigadores. "La monitorización cercana y la presencia continua ofrecida por estos médicos podrían permitir un alta más pronto porque es más probable que los hospitales detecten mejorías clínicas en tiempo real y hacer los ajustes apropiados en los regímenes de tratamiento.

Los investigadores también hallaron que la atención de los médicos generales en los hospitales se relacionaba intensamente con estadías hospitalarias más cortas en pacientes que tienen necesidades complejas de planeación del alta, como rehabilitación, servicios de salud en el hogar o traslado a un centro de enfermería.

El informe fue publicado en la edición del 24 de septiembre de Archives of Internal Medicine.

Aumento de la aptitud aeróbica mejora control del asma en niños

NUEVA YORK (Reuters Health) - Los niños con asma respiran mejor, toman menos medicamentos y sienten una mejoría general si aumentan su aptitud física, indicaron investigadores en Brasil.

En un estudio sobre niños con asma bien tratado, el ejercicio aeróbico supervisado mejoró la aptitud respiratoria y redujo la sensación de falta de aliento inducida por la actividad física.

Asimismo, las dosis diarias de esteroides inhaladas disminuyeron un 52 por ciento en los niños que habían participado en el entrenamiento físico, mientras que no cambiaron o aumentaron entre los chicos del grupo de "control" que no hicieron ejercicio.

"El acondicionamiento físico en los niños asmáticos bajo tratamiento médico adecuado también mejoró la calidad de vida, en especial, los síntomas de la enfermedad y la capacidad física", dijo a Reuters Health el autor del estudio, el doctor Celso R. F. Carvalho, de la Universidad de Sao Paulo.

Carvalho destacó también que los padres de niños asmáticos entrenados aeróbicamente dijeron estar "menos preocupados por el asma como una enfermedad crónica en sus hijos".

Los resultados, publicados en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise, surgen de datos sobre 38 niños y adolescentes de 7 a 15 años con asma moderado a grave, que al azar participaron en un grupo de entrenamiento aeróbico supervisado o un grupo de control.

El entrenamiento aeróbico fue de intensidad moderada a alta dos veces semanales durante 16 semanas. Todos los niños recibían tratamiento médico adecuado para el asma antes del entrenamiento.

Estos resultados, concluyeron los autores, subrayan la importancia de que los niños con asma hagan actividad física con regularidad.

"Los niños que tienen problemas para respirar debido al asma, a veces temen inducir la falta de aliento a través del ejercicio, lo que puede alterar la aptitud física con el tiempo", dijo Carvalho.

"Aquí es donde vemos a pacientes con asma tener bajos niveles de aptitud física. El entrenamiento, supervisado adecuadamente, no es sólo una opción para este grupo, sino también una estrategia de manejo de los síntomas", finalizó el experto.



FUENTE: Medicine and Science in Sports and Exercise, septiembre del 2007

Enojo y estrés crónico, ligados a enfermedad cardíaca

NUEVA YORK (Reuters Health) - En los hombres que suelen tener su presión arterial en el límite superior, la disposición al enojo empeoraría el problema y elevaría el riesgo de enfermedad cardíaca, sugirió un nuevo estudio.

Además, los investigadores hallaron que el estrés a largo plazo generaría ese mismo efecto tanto en los varones como en las mujeres.

Anteriormente se había relacionado el estrés crónico y la facilidad para enojarse con el riesgo de enfermedad cardíaca.

Los nuevos resultados apuntan a los efectos particulares que tendrían estos factores en las personas con "prehipertensión", dijo a Reuters Health el autor del estudio, el doctor Marty S. Player.

"Esto nos da una mejor comprensión sobre los riesgos relacionados con esta categoría de la presión sanguínea relativamente nueva", explicó Player, de la Medical University of South Carolina en Charleston.

La prehipertensión es un factor de riesgo para desarrollar presión arterial elevada. La presión normal se ubica en algún punto por debajo de 120/80, según las lecturas superior (sistólica) e inferior (diastólica).

En tanto, la prehipertensión se define por una presión sistólica de 120 a 139 o una presión diastólica de entre 80 y 89, señaló el equipo de Player en Annals of Family Medicine.

Para investigar los efectos de los factores psicológicos sobre el avance de la prehipertensión, el equipo empleó datos de un estudio a largo plazo sobre los factores de riesgo de la enfermedad cardíaca entre estadounidenses de 45 a 64 años.

Al comienzo de ese estudio, los participantes completaron cuestionarios estándar sobre el estrés psicológico crónico y la tendencia a tener generalmente perspectivas negativas y reacciones hostiles.

El equipo de Player se focalizó en 2.334 participantes que inicialmente carecían de problemas del corazón pero que tenían prehipertensión.

Los investigadores hallaron que, entre los hombres, los que tenían calificaciones más altas respecto de las actitudes relacionadas con la ira eran un 71 por ciento más propensos que sus pares más tranquilos a desarrollar hipertensión en los siguientes cuatro a ocho años.

Del mismo modo, su riesgo de padecer enfermedad cardíaca fue casi dos veces superior.

Tanto en los hombres como en las mujeres, el estrés crónico pareció elevar el riesgo de avance de la enfermedad cardíaca. Las personas con alto nivel de estrés eran un 68 por ciento más proclives a desarrollar enfermedad coronaria que los hombres y mujeres que registraban menos estrés.

Los científicos consideraron que el enojo y el estrés crónicos contribuirían a la enfermedad cardíaca al provocar una activación sostenida del sistema nervioso. Asimismo, las personas con temperamentos hostiles serían reticentes a cambiar sus hábitos de vida o a seguir el consejo médico.



FUENTE: Annals of Family Medicine, septiembre/octubre del 2007

Acidos grasos omega 3 protegen contra la diabetes: estudio

CHICAGO (Reuters) - Una dieta rica en pescado y otras fuentes de ácidos grasos omega 3 ayudó a reducir las probabilidades de que los niños con antecedentes familiares de diabetes desarrollaran la enfermedad, informaron investigadores estadounidenses.

Es un efecto relativamente prolongado, según Jill Norris, cuyo estudio fue publicado en Journal of the American Medical Association.

"Es alentador porque sugiere que deberíamos poder desarrollar intervenciones nutricionales para prevenir la diabetes", añadió el autor.

La diabetes tipo 1, también llamada diabetes juvenil, es la forma más común de diabetes en los niños y se produce cuando el sistema inmune se desordena y comienza a atacar a las células productoras de insulina ubicadas en el páncreas.

Nadie sabe exactamente qué genera este proceso, pero se considera que los factores hereditarios y ambientales, como la dieta, juegan un rol importante.

Varios estudios en animales sugirieron que los ácidos grasos omega 3 -que se encuentran en el pescado, el aceite de lino, la nuez, la soja y otros alimentos- podrían ayudar contra la diabetes.

Para evaluar si los ácidos grasos omega 3 tienen un posible efecto protector, el equipo de Norris, de la University of Colorado en Denver, estudió entre 1994 y el 2006 a 1.770 niños que corrían alto riesgo de padecer diabetes por sus pruebas genéticas o porque tenían un hermano o padre con la dolencia.

Los expertos recopilaron información sobre su alimentación a través de sondeos frecuentes a los padres.

Además, se analizó la sangre de los pacientes al menos una vez al año para ver si sus sistemas inmunes habían desarrollado los anticuerpos que atacan a las células productoras de insulina en el páncreas, lo que se conoce como autoinmunidad pancreática.

Estos anticuerpos son considerados un fuerte indicador de la posibilidad de sufrir diabetes tipo 1. En total, 58 niños del estudio los desarrollaron.

Los investigadores hallaron que los chicos en riesgo que comían muchos alimentos ricos en omega 3 eran un 55 por ciento menos propensos a desarrollar autoinmunidad en el páncreas.

"Este es el primer estudio que demuestra esto", dijo Norris durante una entrevista telefónica. "Se trata de todos los ácidos grasos omega 3, no sólo el tipo que se encuentra en el pescado", añadió.

Los ácidos grasos omega 3 interfieren con las enzimas que juegan un papel clave en la inflamación, posible disparador de la diabetes tipo 1.

Al menos 194 millones de personas en el mundo padecen diabetes y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la cifra superará los 300 millones en el 2025. La mayoría de las personas sufren diabetes tipo 2, la cual está directamente relacionada con la mala alimentación y la falta de ejercicio.

Las personas con diabetes tipo 1 frecuentemente deben aplicarse inyecciones de insulina para controlar sus niveles de azúcar en sangre.


Reuters Health